jueves, 26 de junio de 2014

El Mundial de la Lucha de Clases: El Ejemplo de un Pueblo que se Reveló Contra la Injusticia

Ya pasaron 4 años, pasaron volando, inmediatamente, muchos lo desean con todas sus ansias, mayormente los chicos, ellos siempre mantienen viva la llama de la ilusión de aquello que te conmueve, y es que para conmoverte, algo de niños debemos tener, porque una vez que conocemos el “¿por qué?” de las cosas, ese sentimiento deja de tener esa efervescencia  que hace avivar la llama de eso que nos ilusiona. Y es que cuando conocemos, aprendemos y dejamos de ignorar aquello que hace funcionar las cosas. Cuando nos preguntamos el por qué de las cosas y no tenemos una respuesta lógica para razonar la situación, aparece la incertidumbre y generalmente se le asigna valor a la esperanza o a la fe aquello que no podemos explicar con ideas concretas. Eso les sucede mayormente a los chicos, y a medida que crecen, se desarrollan y aprenden, esas sombras se iluminan y nos revelan la realidad que nos circunda. El tema es que en muchos casos, esa ilusión continúa aún cuando somos más grandes, que por falta de interés, de compromiso y de aprendizaje concreto, preferimos seguir bañados de esa ilusión que nos deposite, casi milagrosamente, en buen puerto, o aunque sea, en un lugar en el que la tempestad no nos pase por encima.
Triste es la realidad cuando preferimos no involucrarnos en los asuntos y buscar soluciones, y en cambio, delegamos el poder a quienes se dicen capaces de llevar adelante nuestras riendas, que no son otros que oportunistas y forajidos que vienen a quedarse con todo, utilizando como bandera nada más y nada menos que la propia ilusión y la esperanza de un futuro mejor. Y nosotros, por no ser los protagonistas de nuestro destino, preferimos evadir responsabilidades y desviar nuestra atención hacia la primera distracción que nos haga olvidar que el problema sigue allí, y por más que lo tapemos con la mano, seguirá estando presente, de manera implacable para marcar nuestras vidas de la peor manera. Hoy por hoy, las distracciones son varias, y generalmente están ligadas al mundo de la comunicación, no por nada los gobiernos de todo el mundo, conjuntamente con los empresarios, se desviven por tomar el control de las comunicaciones para poder tener al pueblo embelesado y confundido mientras todo pasa.
La distracción por excelencia en estas latitudes es nada más y nada menos que el futbol, y el mayor exponente que puede existir no es otra cosa que los mundiales. Eso que sucede cada 4 años, que nos venden como lo más necesario de nuestras vidas y que en muchas ocasiones genera verdaderas parálisis sociales que han sido estudiadas con mucho detenimiento por quienes manejan los hilos del poder para sacar una ventaja considerable a la hora de tomar decisiones o esconder cuestiones muy importantes ante la ceguera del pueblo. Durante ese lapso de hibernación colectiva, muchos son los que sacan provecho de esta situación, y comenzando por la empresas, que aprovechan para invadirnos con nuevas necesidades y valores vacios, por el simple hecho de lograr su cometido: vendernos sus espejitos de colores a costos carísimos, y como nosotros estamos muy “preocupados” pensando en los rivales de propios y extraños en el certamen, no caemos en la razón y el pensamiento que nos permitan darnos cuenta de lo que nos están haciendo. Recuerdo los televisores que se vendieron en el mundial pasado a pagar durante 4 años, como si fueran la panacea de nuestras desventuras y dificultades de la vida diaria, y muchos de ellos hoy siguen pagándolos con intereses altísimos, aún cuando la mayoría ya no funciona mas hace un tiempo largo. Y las empresas hacen eso posible, nos venden y nos hacen pagar algo que saben cuando se nos va a romper, porque nada está librado al azar para ellos, ellos planifican cuando las cosas se romperán o pasarán de moda, y ahí estaremos los consumidores, sí, eso somos para ellos, consumidores, no ciudadanos ni personas, solo meros actores de un esquema que los favorece, somos una parte más de su maquinaria, la parte que hace mover a toda esta terrible parafernalia que está oculta ante los ojos de quienes consumimos, porque si nos enteráramos como es que se hacen las cosas, como se contamina, como se explota al obrero, como se inflan los precios, realmente estallaría todo sin más remedio, pero como estos magos del engaño saben cómo obnubilar a sus víctimas, es que seguimos con las vendas puestas, o mejor dicho, frente a las enormes pantallas para que no veamos la realidad. Para colmo, entablamos una competencia de quien tiene la venda mas grande, ya que en muchas ocasiones mostramos a la gente que nos rodea cuán grande es la pantalla que le compramos a estos forajidos, y lejos de comprender la dinámica de la situación, salimos a festejar nuestra ceguera con una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa que es muy difícil de lograr cuando bajamos a la realidad y la situación nos hace pisar el suelo implacablemente. Somos presas fáciles de las publicidades altruistas plagadas de nacionalismo y promesas de una realidad mejor para todos aquellos que sufran y palpiten el mundial de futbol como si se tratara de una religión o culto al que hay que acudir sin razonar.
A esto le sumamos el aprovechamiento que saca la clase política de esta situación, valiéndose de esta ceguera temporal para realizar todos los actos de corrupción mas graves y aprobar todos aquellos proyectos y leyes controversiales, que en otro momento no se atreverían ni siquiera a mencionarlo. Estos sátrapas le sacan ventaja a la inconsciencia colectiva que está inmersa en la pelota, el gorro la bandera y la vincha. Nos importa mas quien hizo cual o tal gol, pero no somos capaces de procesar lo que ocurre en la periferia,  o a media cuadra o al lado nuestro. Son los instantes mas critico de nuestras vidas, todo lo que va a determinar el futuro y el marco por el cual nos van a hacer transitar para lograr su cometido. Si durante esos instantes, nosotros tenemos la cabeza ocupada con el futbol y nada más que futbol, estos tipos esbozando una sonrisa falsa, nos van a vender un buzón con una bomba adentro argumentando que es lo que más necesitamos, y nosotros como zombis, accederemos a firmar un cheque en blanco, con tal que no nos desvíen la atención de la pelotita.
Es esquema está planteado, tanto gobernantes como empresarios se frotan las manos cuando llegan estas épocas, algo muy similar a la navidad, en la cual las falsedades afloran y fingimos una serie de conductas que nos emanan desde la propia comunicación ligada intrínsecamente al interés comercial. Nada es más falso que un político en navidad decía el famoso dicho, y nada es más vulnerable que el pueblo ante estas situaciones de ceguera. Y es que cuando se nos cruzan las imágenes heroicas de un partido de futbol que se ganó se dejan de lado todas las miserias y las penurias por la que atravesamos, y es que en esa materia que tanto los empresarios como los políticos saben bien lo que tienen que hacer con un pueblo adormecido.
Pero algún día se acabará esta fanfarria y el pueblo se cansará de las mentiras, los biombos y las falsas promesas, para quitarse de una vez el velo que lo enceguece para poder luchar frente a frente con quienes le vendieron por décadas una realidad que no era, o que no quisimos o no supimos ver. Quien iba a decir que Brasil, país futbolero si los hay, iba a tener una reacción social tan ejemplar ante la llegada de un mundial a sus tierras. Muchos dirán: “el mundial les trae progreso y movimiento económico”, “El mundial es una buena alternativa para el crecimiento” y demás yerbas que estamos acostumbrados a escuchar de parte de quienes intentan establecer las condiciones en las cuales debemos informarnos, pero les pregunto algo: ¿Acaso podemos hablar de mejoras cuando se tienen problemas de fondo sin resolver? ¿Podemos hablar de progreso en una sociedad que tiene el 40% de sus integrantes bajo el índice de la pobreza? ¿De qué beneficio para el pueblo te pueden hablar cuando tan sólo en una ciudad asesinaron a más de 120 chicos con la represión policial en los barrios marginales? Y esto no solo ocurre en el lugar del mundial, seamos capaces de trascender las fronteras y sabremos que estos patrones se multiplican y crecen a lo largo de toda Latinoamérica y el mundo, siendo esto un claro ejemplo de cuál es el modelo que muchos estados burgueses están tomando como medida para instaurar en sus territorios, dejando en clara evidencia que a eso que llaman democracia no es más que una palabra sin un significado consistente, tan solo es una frase, una moraleja de lo que realmente estamos padeciendo.
Lo cierto es que el pueblo brasilero se cansó de las máscaras que ocultaban la realidad por la que atravesaban y decidió salir a las calles a hacer escuchar su voz y poner en práctica el ejercicio de la política ciudadana, haciendo frente a los intereses de las multinacionales, desnudando al gobierno que las ampara con leyes y represión desmedida, sin dar un paso atrás en las propuestas, poniendo el cuerpo a cada idea, en cada lucha. Ese es el verdadero perfil que debería adoptar el pueblo en estas situaciones. ¿Cómo se puede estar de brazos cruzados cuando vienen a llevarse todo el futuro de un pueblo? Lo lógico es salir, es revelarse, es luchar por un futuro más digno para las clases más olvidadas. Es conmovedor ver al pueblo reuniéndose en torno a un marco de ideas irrenunciables por las cuales hacen frente al poder, todos unidos para llevar adelante un plan de lucha que los deposite en una conquista histórica. Es por eso que debemos estar atentos, observando lo que sucede para aprender cuales son los pasos que debemos tomar en distintos puntos del planeta. Porque todos tenemos los mismos problemas y padecimientos, son los mismos intereses de las empresas que trascienden las fronteras que nos ponen los gobiernos, que nos imponen desde la comunicación, que nos hacen establecer rivalidades absurdas entre trabajadores, entre pueblos de distintas nacionalidades, entre personas que tienen los mismos problemas y padecimientos de un lado o del otro de la línea limítrofe. Los problemas son los mismos, las realidades son las mismas, los verdugos son los mismos, pero las divisiones nos las imponen culturalmente. Cuántas veces hemos escuchado decir de la boca de un trabajador explotado como cualquiera de nosotros: “este negro boliviano de mierda” o “este paraguayo sucio”, y demás denominaciones peyorativas acompañadas de una nacionalidad que está revestida de la infamia y el despotismo que solo un chauvinista puede tener, pero luego, esa misma gente, cuando gente de esas nacionalidades vienen con un dólar en la mano para consumir en nuestro suelo, lo ven con muy buenos ojos y es entonces cuando las fronteras son abolidas para dar paso a la integración. ¿Cuándo aprenderemos que no tenemos que delimitar áreas para hablar de derechos de los pueblos? ¿En qué momento seremos capaces de formar mentes que sean capaces de solidarizarse con quienes sufren los embates del poder, por más lejos que se esté? El sistema no conoce de fronteras, no conoce de distancias, ni de idiomas. Para el sistema la lengua universal es el capital, y la ideología es la de explotar al trabajador para lograr rellenar sus arcas. De un tiempo a esta parte, las empresas han tomado el poder gubernamental y han tallado a su medida leyes, comunicación y tendencias a lo largo del planeta. No han perdido el tiempo ni un instante para organizar sus fuerzas, reclutar mano de obra represiva, perfeccionar la confusión social por intermedio de las mascaras que provienen en su mayoría de la comunicación. Podrán demostrar peleas y conflictos de alcoba entre los diferentes funcionarios, pero a la hora de dejar de lado los juegos y el chusmerío, saben muy bien para qué lado tienen que patear la pelota, y no precisamente es para el lado del pueblo.
Muchos suelen confundir algunas dádivas y asistencialismos como políticas de estado y beneficencia para el pueblo, pero lo cierto es que esas concesiones que tienen para con el pueblo no las dan gratuitamente sino que son producto de luchas, sudor y sangre derramada durante años por los pueblos que luchan y nunca se rinden ante la barbarie que este triste paisaje nos ofrece.
Por eso es necesario que tomemos el ejemplo del pueblo brasilero en este mundial, un pueblo que no prefirió bañar la realidad con papel picado y banderas para ser cómplice de la barbarie y la masacre de su futuro. Ellos salieron a las calles, contra todos los pronósticos, para ser protagonistas de la construcción de una realidad mejor para su gente.
Vaya a todos ese ejemplo para que lo transformemos en lucha en cada rincón de nuestro suelo.

Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo

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Prensa Avanzar Nº13